miércoles, 5 de octubre de 2011

Un enorme y delicioso error...

Nunca he sido un chica de límites y menos de prohibiciones, más bien al contrario; mi frase preferida cuando era pequeña era “no hagas eso sino…”, el sino era superior a mí, no pasaban ni cinco segundos y ya estaba haciéndolo.
Ahora que ya soy un poco más mayor, he cambiado el “no hagas eso sino…” por el “no debería sino…”, lo que no había cambiado era la fuerza incontrolable que escondía esa frase para mí, ese día la frase se completo con “no debería quedar con él sino…”. Y claro, quedé, era algo sobre natural, la expresión y la atracción que tenía hacia él. David era un capullo (sí, sí un total capullo), un atractivo capullo, es decir, ese tipo de chico que era capaz de encandilarte con la mirada (con su preciosa mirada) y a la vez decirte cosas bonitas y totalmente realistas sobre el futuro que tenías juntos (claro reales en ese momento solo, luego ya…) y al día siguiente se olvidaba de ti.
Y ¿Cómo lo sabía? Porque ya me había pasado con él.
Y ¿Volvería a caer en el mismo error? Por supuesto, no era perfecta, ni pretendía serlo.
Esa noche, vino a recogerme con su especial coche de estilo particular como él. Me sorprendió a mi misma lo nerviosa que estaba por verle, y lo tranquilo que aparentaba estar él.
Al subirme al coche empezamos a hablar de cosas sin importancia, de nuestros planes para un futuro no muy lejano y de los cambios que quería hacer él en su vida, en la que obviamente no aparecía yo.
Fuimos a su local, a ver una película, allí con la poca luz que dejaba la pantalla ocurrió. Primero me cogió la mano y me dijo “te he echado de menos”, entonces me miro fijamente a los ojos, se fijo en mis labios y acto reflejo yo me fije en los suyos, y nos besamosesa noche compartimos más que besos y caricias
Más tarde, al dejarme en casa se despidió con dos besos como sí no hubiera pasado nada especial, como si fuéramos simples amigos, como si fuera algo normal lo que habíamos compartido, como una noche más. Y sus últimas palabras fueron “Ya hablaremos” y se fue.
Me quede en la calle casi sin poder moverme, estaba confundida por lo rápido que había pasado la noche y lo extraña que me sentía; ¿sí había pasado la noche con el chico que me gustaba desde hacía tiempo, porque no estaba radiante de felicidad?
Solo sentía vacio, vacio dentro de mí. Al principio, los besos habían sido apasionados, pero al final solo había sido un pasatiempo para él, una distracción más, no había sentido nada, bueno sí, un gran y odioso vacío.

1 comentario:

  1. Preciosa entrada! :)
    Gracias por pasarte por el blog. Per hay un pequeño problema, no te veo en mis seguidores y la verdad es que me gusta seguir en contacto y leer lo que escriben. No sé que pasará :S

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